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Orar abre las puertas al poder divino

Los días se sucedían con una rapidez asombrosa, pero sin que –al comienzo—pareciera ocurrir nada extraño. Nadie llegaba al templo. Pero Dios fue fiel. Respondió al clamor. Primero llegó una ama de casa, luego otra persona, y una más, y pronto la congregación tomó forma.

 

¿Renunciar? Sin duda lo pensó muchas veces. Pero aun cuando todo lucía adverso y por momentos quiso embargarlo la desesperación, siguió adelante, convencido de que Dios responde a las oraciones.

 

La importancia de la oración

 

Al interrogar a sus lectores respecto al lugar que ocupaba la oración en sus vidas, la encuesta de un diario en Francia entre 953 lectores arrojó los siguientes resultados: Un 67% se mostraron respetuosos de esta práctica; el 50% dijo que la oración y la meditación eran sus hábitos; el 54% de quienes oraban eran mujeres y el 46%, hombres.

 

El 79% señaló que preferían la oración personal y no la de carácter colectivo; el 65% dijo que oraba a Dios y el 35% a alguna de las imágenes y el 25% al Señor Jesucristo. De todo el conjunto de personas entrevistadas, el 43% dijo que oraba para alabar al Creador mientras que el 43% buscaba la sanidad. Pero en su conjunto expresaron la creencia de que había poder detrás de la oración.

 

Al compartir un secreto de vida cristiana en victoria, el apóstol Pablo escribió a los creyentes de Éfeso: “…tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica…”(Efesios 6:17, 18).

 

Dios responde a las oraciones

 

La certeza de que nuestro amado Creador responde a las oraciones, la encontramos en el Señor Jesús cuando dijo a sus discípulos “.. de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”(Juan 16:23, 24).

 

La recomendación que hallamos en la Palabra, además de pedir en el nombre del Señor Jesús, es no dudar como lo advirtió el apóstol Santiago: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”(Santiago 1: 6, 7).

 

A su turno el apóstol Pablo atribuyó a la perseverancia, el éxito cuando clamaos a Dios. El escribió “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).

 

Sobre esta base, le invitamos a seguir llevando sus peticiones delante del Señor en oración, bajo el convencimiento de que El responderá liberando su poder. No desista si no aprecia la respuesta inmediata de Aquél que todo lo puede. Insista. Persevere. La respuesta de Dios vendrá…

 

Si necesita que le ayudemos a interceder, no dude en compartirnos su petición:

 

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