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NO ESTÁ BIEN LO QUE HACES

En algún momento de su vida Moisés tuvo que reconocer que entre todas las bendiciones recibidas de Dios, la presencia de su suegro Jetro, llegó a ser incalculable valor. Aunque Jetro no era un hombre de estirpe judía, de alguna manera tuvo la sensibilidad que el Dios de Moisés, era el Dios verdadero v.11. Esto le permitió entender y soportar el llamado que Moisés recibió, hasta el punto de quedarse con su hija y sus nietos mientras él sacaba al pueblo de Israel a la libertad. Sin embargo, la sabiduría de este hombre lo llevó a reconocer que él no debería criarle los hijos a Moisés y que la esposa tenía que estar con su esposo. Así emprendió el viaje al desierto para entregarle la familia a Moisés. Por otro lado, Jetro era un hombre de aguda visión y un excelente administrador. Esto se puso de manifiesto, cuando después de haberse gozado del testimonio que su yerno le contó sobre cómo Dios lo había usado sacando al pueblo de Israel, se dio cuenta que Moisés necesitaba una mejor orientación administrativa. Jetro vio cómo Moisés se sentaba todo un día a hacer la labor de «consejería». En el primer diagnóstico de aquella inusual experiencia se dio cuenta que estaba en presencia de un hombre «orquesta». Estaba solo haciendo el trabajo. Vio a un hombre que se estaba agotando porque el no era un «superman», pero también se dio cuenta que el pueblo se estaba cansando y hasta frustrándose porque muchos de sus asuntos no podían ser atendidos. Fue así como Jetro encaró a su yerno con la célebre frase «no está bien lo que haces». A partir de alli ningún consejo había sido tan eficaz como el que Jetro dio a Moisés para dirigir a su pueblo. Bien pudiéramos decir que Jetro le salvó el «ministerio» a Moisés a partir del consejo de buscar a hombres de «virtud, temerosos de Dios, varones de verdad…» v.21. Tanto Moisés como el pueblo marcharon mejor. En la vida necesitamos de buenos consejos para seguir adelante. Si alguna vez oímos «no está bien lo que haces», debiéramos verlo como la oportunidad que se nos da para mejor las cosas. ¿Qué hay detrás de un buen consejo como este?

I. NO SIEMPRE LO QUE HACEMOS ES LO MEJOR
La presencia de una segunda opinión muchas veces tiene la misión de ayudarnos a ver las cosas de una manera diferente, aunque también es cierto que a veces pudiera crearnos más conflictos. Moisés creyó que su trabajo de aconsejar a su pueblo como lo estaba haciendo era lo mejor. De alguna manera se formó en su mente el concepto que por cuanto él era el líder nadie más podía hacer su trabajo. No era esto un capricho; esta fue la forma que él halló para ayudar a su pueblo. A lo mejor las profundas experiencias vividas con su Dios en la montaña, y el conociendo de saber que dirigía a un pueblo de «dura cerviz», lo había llevado a ver las cosas bajo esta forma. Y estando en la administración de justicia para cada caso, su suegro Jetro lo confrontó con dos preguntas claves: «¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante desde la mañana hasta la tarde?» v.14 Con esta pregunta Jetro se percató que Moisés no iría muy lejos en su trabajo. De hecho, en el presente diálogo hace una seria advertencia para que Moisés cambiara de rumbo: «Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo» v. 18. La advertencia de Jetro, y luego el sabio consejo para que Moisés cambiara en su manera de ver las cosas, sirve de orientación para nuestras vidas. Nos habituamos a hacer las cosas de una forma que el solo hecho de pensar que las estamos haciendo mal, nos produce rechazo. Tenemos una tendencia natural a pensar que como yo lo hago nadie más puede hacerlo. Pero el principio del reconocimiento, de admitir que pudiera haber una forma mejor de hacer las cosas, es la gran puerta para mejores bendiciones. En este pasaje vemos una de las más notables virtudes de Moisés: su humildad y mansedumbre. No le vemos discutir con su suegro respecto a hacer las cosas de otra manera. No hay en él un análisis de su comportamiento. No hay en él tal cosa como que «así fui formado y así lo hago». Por el contrario, se ve más una apertura para el cambio; una sensibilidad para ser y hacer mejor las cosas. En la vida necesitamos oír una voz que nos diga «no está bien lo que haces». Seríamos mejores creyentes cuando diéramos más atención a esa voz interna.

II. LO QUE HACEMOS PUDIERA REQUERIR DE MEJOR DIRECCIÓN.
El consejo de Jetro estuvo lleno de una gran sabiduría. Por un lado recomendó la importancia de que el líder tomara cuidado de su propia condición. Es como si Pablo le estuviera diciendo a Timoteo «Ten cuidado de ti mismo… pues haciendo esto, te salvarás ti mismo y a los que te oyeren» (1 Ti. 4:16) Jetro se dio cuenta que las fuerzas vitales de su yerno estaban en peligro. Si Jetro hubiese sido un psicólogo el hubiese diagnosticado para Moisés, de seguir haciendo las cosas como pensaba, un desgaste emocional, un cansancio cerebral, una gran fatiga de un corazón cargado de ansiedades y tristezas; y lo que es más severo, una gran frustración por no poder resolverle los problemas a su gente. ¿Nos estará hablando a los pastores esta situación? Una de las cosas que debe aprenderse en la vida, y en especial la de un líder, es que él tiene que descubrir que Dios puede usar a otros para que fortalezcan mejor nuestro trabajo. Cuando el suegro le dijo a Moisés que no estaba bien lo que estaba haciendo, lo estaba no solo protegiendo, sino también confrontándole a hacer mejor las cosas. Un fracaso de Moisés tenía tres implicaciones: uno para su propia vida y su sagrado llamado; otro para el pueblo que estaba bajo su responsabilidad; pero también el que tenía con su propia familia. La esposa y los hijos requerían del padre fuerte y responsable. ¡El suegro no quería tener a una hija viuda y unos nietos huérfanos! Bienvenidos los consejos que tienen el propósito de orientar mejor la dirección que hasta ahora llevamos. Bienvenidas, incluso, las situaciones adversas que nos muestran que lo hemos venido haciendo no nos conviene sino que nos lleva a algún desastre personal. Bienvenida las pruebas que tienen el propósito de sacar lo mejor que hay en nosotros todavía. El peor asunto que le puede pasar a la vida cristiana es que aquel donde ella ve que no hay nada malo en lo que hace, aun aquello que le encontrado alguna justificación para hacerlo. Hay hábitos y actitudes que requieren de un «Jetro» para confrontarlos. Los hombres y mujeres que Dios usa son aquellos que se mantienen dispuestos a sufrir severos cambios que los llevaran a ser mejores siervos y cristianos.

III. LO QUE HACEMOS BIEN BENEFIARÁ A TODOS
El consejo de Jetro dado a Moisés fue muy práctico. Lo único que él tenía que hacer era ciertos cambios de dirección administrativa. La presencia de otros en su «ministerio de consejería» le quitaría de una manera ostensible la carga que se agolpaba sobre sus hombros. Se le sugirió la idea de tener un «equipo pastoral» para semejante tarea. Bien vale la pena resaltar en esta parte las excelentes cualidades del equipo que debería ayudar a Moisés en el delicado trabajo de orientar y ministrar en las necesidades de otros: «Además escoge tú entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez» v. 21. ¡Oh, si tan solo tuviéramos hermanos con estas cualidades en los diferentes ministerios de la iglesia, otros resultados serían! Es de esperarse que un grupo de hombres con tamañas cualidades éticas y espirituales traería los más grandes beneficios para el pueblo y sus dirigentes. Haciendo esto, Moisés no dejaría de *****plir con sus responsabilidades como líder de su pueblo v.20, sino que pondría a aquellos que le criticaba y murmuraba, al frente de la obra. De esta manera ellos serían parte directa para resolver los conflictos y le «protegerían las espaldas» al líder cuando otros murmuran contra él, pues todo el tiempo ellos estarían juzgando al pueblo en sus necesidades. Uno de los textos más ilustrativos de este pasaje es el que dice: «Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo» v. 24. Desde entonces no se sabrá más de mala organización en el pueblo. Moisés entrenó a los «hombres fieles», según decía Pablo a Timoteo. Ellos compartieron las cargas con él. Todos formaban parte ahora de la misma visión y del mismo compromiso. La iglesia que deja solo a su pastor; cuando los hermanos no responden al compromiso del llamado de prepararse para un mejor servicio, le están mandando un mensaje claro a al pastor y a la iglesia misma: la iglesia es para mi vida en la medida que ella pueda darme. Si esto no es así no hay preocupación de lo que puedo hacer por ella. ¿Cuántos de los que se congregan domingo tras domingo deberían ya ser maestros y todavía están buscando leche para alimentarse? La verdad de esta historia es que la iglesia debe ser un equipo organizado. Cada creyente debe capacitarse para hacer el ministerio. Eso es la enseñanza de Efesios 4.

CONCLUSIÓN. Somos, pues, llamados para cambiar. Pudieran haber diferentes caminos para levantarnos sobre lo que estamos haciendo. A lo mejor lo que estamos haciendo sea lo mejor que hacemos, pero requiere de hacerlo mejor. Y debemos recordar que cuando hacemos las cosas bien, tenemos el gozo de nuestro propio esfuerzo y podemos bendecir muchas vidas con ello. Eso fue en esencia el consejo que Jetro le dio a Moisés. La actitud de humildad y aceptación que manifestó Moisés, dando con ello apertura a los cambios, debiera ser una característica de todo creyente y en especial de todo líder. Si alguien nos dice que no está bien lo que estoy haciendo, no reaccionemos defendiendo la posición, pudiera haber una salida mejor para lo que estamos haciendo. Demos la bienvenida a todos los «Jetros» en nuestra vida.