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LA AUTOESTIMA

Nuestra manera de pensar y de ver las cosas, nuestro carácter, nuestros motivos y deseos.

Significa que si queremos que las cosas cambien y mejoren, debemos cambiar y mejorar nosotros primero. Si queremos tener éxito en la vida, debemos tener éxito con nosotros primero, corrigiendo nuestros errores y defectos y formando un carácter de integridad, rectitud, justicia, bondad, servicio y todo lo que la Biblia nos enseña.

“LO MAS IMPORTANTE NO ES LO QUE DECIMOS O HACEMOS, SINO LO QUE SOMOS.”

“El Señor obra de adentro hacia afuera. El mundo obra de afuera hacia adentro. El mundo quiere sacar a la gente de los suburbios. Cristo saca los suburbios del interior de la gente, y después ésta sale por si misma de los suburbios. El mundo quiere moldear a los hombres cambiando su ambiente. Cristo cambia a los hombres que después cambian su ambiente. El mundo quiere conformar la conducta humana, pero Cristo puede cambiar la naturaleza humana.

Muchas personas piensan que el cambio es de afuera hacia adentro. Creemos que el problema está fuera de nosotros, y que si los demás cambiaran o desaparecieran el problema quedaría resuelto. Nos concentramos en los errores y defectos de los demás, y les echamos la culpa de todo lo que nos pasa. Pensamos que nuestro estancamiento es por las circunstancias, pero debemos aprender que no es así. Nosotros tenemos el poder de cambiar nuestras vidas y pensar diferente. Comencemos por la raíz de nosotros mismos, de nuestros problemas, nuestros defectos, nuestro carácter y mejoremos; y así podemos influir en los demás.

Jesucristo no cambió el mundo cuando estuvo aquí en la tierra. El cambió hombres para que estos cambiaran a otros hombres y estos a otros, y así al mundo. Lo primero que Jesús hace en nuestras vidas es cambiar nuestros corazones y llenarnos del Espíritu Santo para así poder moldearnos desde adentro hacia afuera.

El éxito y el poder está dentro de nosotros mismos. Debemos empezar por examinarnos e identificar que está mal en nosotros, para poder mejorar con la ayuda y la dirección de Dios, en oración, y leyendo la Biblia.
Prov. 16: 9. “El corazón del hombre piensa su camino más Jehova endereza sus pasos.”
Gen. 1:26-27 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?

Lamentablemente las personas en el mundo tienen el siguiente concepto:
¡Dime cuanto tienes y te dire quien eres!
¡De acuerdo a tu aparencia personal tendras o no éxito en la vida!
¡Solamente los mas hermosos, inteligentes, habiles, y con muchas poseciones son los que valen!.

Pero ese concepto esta equivocado, todos somos valiosos porque somos hijos de Dios, el nos creo a su imagen y semejanza y no nosotros a nosotros mismos.

La autoestima es la imagen que tenemos de nosotros mismos, el concepto que tenemos de nuestras capacidades y nuestro potencial. Es el valor que me doy a mí mismo, la autovalía que tengo de mi persona en su totalidad. Esta puede ser baja, intermedia o alta.

El concepto de uno mismo es semejante a un par de lentes a través de los cuales se contempla la realidad. Basándonos en lo que vemos por dichos lentes, escogemos el comportamiento que consideramos apropiado para cada situación. Esta afecta diferentes areas en nuestras vidas incluyendo como vemos a los demas, como nos relacionamos con ellos, y como nos ven ellos a nosotros.

Si se ve a sí mismo como un fracasado, encontrará algún modo de fracasar, sin importar cuanto desee el triunfo. Por otro lado, si se considera apto y capaz, hará frente a la vida con más optimismo y rendirá casi al máximo.

La autoestima nos dice que es importante que nos consideremos valiosos, más allá de las cosas que nos faltan aprender. Más allá de nuestras incapacidades e independientemente de lo que los demás quieran de nosotros. En fin, que cada uno sepa que es una persona valiosa, sea como sea, le falte lo que le falte, sepa lo que sepa o tenga la incapacidad que tenga.

Es quererse a sí mismo aceptando lo propios logros y limitaciones. Sentirse esencialmente cómodo dentro de sí. Valorarse positivamente y quererse sin condiciones.

Sin embargo, hay que aclarar lo siguiente: No es tener la autoestima alta pensar que yo soy lo que no soy; por ejemplo rico, lindo, perfecto. La autoestima consiste en saber que soy lo que verdaderamente soy.

Rom. 12:3 “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”

“Sólo podemos respetar a los demás cuando uno se respeta a sí mismo. Sólo podemos dar, cuando nos damos a nosotros mismos. Sólo podemos amar, cuando nos amamos a nosotros mismos”; Abraham Maslow.

FORMACIÓN DE LA AUTOESTIMA. ¿QUIEN SOY YO? ¿DE DONDE VENGO?

El concepto del Yo y de la autoestima se desarrollan gradualmente durante toda la vida, empezando en la infancia y pasando por diversas etapas. El resultado es un sentimiento generalizado de valor o de incapacidad.

Todo ser humano alguna vez se ha planteado las siguientes preguntas ¿Quién soy? y ¿Para qué soy? Al tratar de responder a estas preguntas tan sencillas y profundas, se confronta con la imagen que tiene de sí mismo.

¿Quién soy? Nos lleva a las señales o elementos que nos identifican y nos diferencian de otros, tales como: nombre, caracteristicas, habilidades, logros. Tambien identifica el rol que tenemos en la sociedad:, soltero, hijo, estudiante, profesional. Así como también los valores como personas: bueno, malo, imperfecto, ordenado, desorganizado.

¿Para qué soy? Es la pregunta que nos lleva a reflexionar la razón de nuestra existencia: razón de estar aquí, y de hacer lo que estamos haciendo y no otra cosa, de vivir la vida que estamos viviendo, de descubrir cuál es el plan de Dios para nuestras vidas.

Sal. 139:13-17 “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”

Dios, nuestro Creador, está presente en todo desde el instante que se forma un nuevo ser humano. Debemos reconocer que nuestra persona es una creación especial y única de Dios, quien nos da a cada uno de nosotros, el privilegio de tener una vida, tener nuestra propia personalidad y ser responsables de nuestro crecimiento y desarrollo. Desde el momento de nuestra concepción, se inicia nuestro potencial como personas.

LIBERTAD DE ELEGIR

Haciendo muchos estudios se ha llegado a la conclusion de que existen 3 teorias sociales, comunmente aceptadas, que tratan de explicar el comportamiento humano.
Determinismo genético: herencia y el ADN. Determinismo siquico: experiencias de la infancia, el trato de los padres. Determinismo ambiental: algo o alguien de afuera nos afecta.

Todas estas teorias se basan en que el hombre está determinado a responder o reaccionar de cierto modo, dependiendo el estimulo que tengamos o lo que nos suceda. El modelo es:
ESTIMULO = RESPUESTA
Nosotros como cristianos debemos comprender que Dios nos hizo seres especiales para su gloria, con inteligencia y sabiduria. Dios nos dio un libre albedrio, o la libertad de elegir.
Podemos pensar y razonar lo que hacemos; podemos imaginar lo que queremos hacer, sabemos lo que está bien y está mal, y tenemos la libertad de actuar segun nuestra conciencia.
Entre el estimulo, o lo que nos sucede y la respuesta que demos, tenemos el poder de elegir.

El no quiere que nosotros estemos determinados a ser y a actuar segun nuestra herencia, ni por los traumas de la infancia. Es probable que algunos de nosotros no hayamos recibido de nuestros padres suficiente valoración, aceptación, respeto, o reconocimiento. Si, la autoestima depende en principio, del cuidado y de la valoración de nuestros padres. Pero si uno no ha recibido ese mensaje de su familia, uno puede aprenderlo de Dios.
Sal. 27:10
1 Juan 4:9-10
Rom. 8:38

Muchas personas tienen la sensación de que su vida viene marcada exclusivamente por las circunstancias o por el medio ambiente que los rodea. Las cosas de afuera determinan su felicidad o infelicidad.

Pero Dios nos hizo y quiere que seamos responsables de nosotros mismos, de nuestras acciones, y no permitamos que lo que nos suceda, o lo que hagan los demás nos afecten. Yo tengo el poder de elegir.

“Porque no nos ha dado Dios espiritu de cobardia, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

Si usted toda su vida ha pensado que es asi por causa de alguien o algo que está a su alrededor, ponga en practica su libertad de decidir. Decida ser feliz, a pesar de las circunstancias. Dios nos ha dado esa felicidad, que no es una condicion, sino una decision. Yo decido ser feliz. Yo decido amarme y valorarme tal como soy.

EL YO PERFECTO CONTRA EL YO REAL.

El mundo nos dicen lo que deberíamos ser. Esto señala que existe un Yo ideal, un yo perfecto. Pero también hay un Yo real, no el que deberíamos ser, sino el que somos. Aquí nace el conflicto. Esa conciencia empuja en nosotros una decisión: La decisión de cambiar para ser como se debe. Sin embargo, tarde o temprano nos damos cuenta de que por mucho que nos esmeremos, no conseguimos ser el Yo ideal. Tomamos conciencia de que no podemos ser «como deberiamos». Y entonces nos frustramos.





Aceptación de límites y capacidades

En esta sociedad se nos pide que seamos perfectos. Los mas hermosos, los mas inteligentes. Esto choca frontalmente con nuestra vivencia. Lo adecuado está en sentir una parte de nosotros como maravillosa, aquella que se refiere a nuestras capacidades. Somos buenos para unas cosas, tenemos cualidades que ponemos o no en práctica, hemos conseguido cosas, ésto nos gusta…

La otra parte de nosotros alberga los límites. Sí, a veces somos, groseros, nos enfadamos, perezosos, desordenados, débiles, miedosos, no sabemos hacer todo e incluso nos equivocamos… La parte de los límites es la que intentamos esconder. La que nos avergüenza de nosotros mismos.
Ponemos tanta atención en nuestros defectos que no hacemos sino hacerlos más presentes y ponernos peor, pero no cambiamos, ni salimos de ellos. Toda esta energía puesta en los límites nos impide mejorar, desarrollar las capacidades y superarnos.

Necesitamos aceptarnos como un todo con limites y capacidades. Querernos sin condiciones. Necesitamos valorar lo mejor de nosotros y lo menos bueno.

Fil. 3:12-14 “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

LAS BASES DE LA AUTOESTIMA
Hay tres necesidades emocionales básicas que son comunes a todo el mundo:

El sentirse amado: La base fundamental de una buena autoestima es sentirse aceptado o amado. Esa sensación de seguridad que uno experimenta cuando alguien nos ama, nos aprecia. Rom. 5:7-8
El sentimiento de valor personal: El valor personal se refiere a sentirse completo, sentirse importante, especial, y pensar: «me agrada mi persona; me respeto; no me avergüenzo de cómo soy». Es sentir que uno vale la pena, que es digno de la aceptación de otras personas. 1 Cor. 15:10
El sentido de competencia: La actitud confiada de los individuos que tienen una opinión saludable de su propia persona, cuando se enfrentan a una nueva tarea, es «¡Puedo hacerlo!», “ ¡Soy capaz!”,


CONSECUENCIAS DE UN AUTOCONCEPTO DEFICIENTE
Uno de los efectos más profundos de tener una opinión deficiente de uno mismo, se puede ver en la actitud que desarrolla la persona hacia su propio mundo. Los individuos con un concepto malsano de sí mismos tienen una visión errónea del mundo, y de su propia capacidad para enfrentarse a los desafíos de la vida. Consideran las situaciones inesperadas o novedosas como amenazas, como ataques, a su felicidad y seguridad personal. Ven al mundo cercándolos, empujándolos y aplastándolos. Se consideran víctimas impotentes, atrapadas en un mundo hostil. Tener un concepto deficiente de uno mismo afecta de maneras diversas, pero entre algunas personas existen algunas similitudes. En el caso de ciertos individuos, los efectos son conscientes, en el de otros, inconscientes. Las personas con un concepto de sí mismas débil o malsano, funcionan en la vida partiendo de cualquiera de estos factores y motivaciones.
Por un lado hay quienes siempre tienen:
• Una perspectiva pesimista de la vida.
• Falta de confianza en sus habilidades sociales.
• Timidez en cuanto a su apariencia, actuación o condición.
• Una tendencia a formar relaciones de dependencia.
• Incapacidad de aceptar la alabanza.
• Miedo a estar solo.
• Miedo a la intimidad, ya que ésta puede conducir al rechazo.
• Dificultad para creer en el amor de Dios o de otra persona.
• Dependencia de las posesiones materiales para sentirse seguros.
• Incapacidad para expresar emociones.
• La costumbre de utilizar calificativos negativos al referirse a sí mismo.
• Expectación o ansiedad en cuanto a que sucederá lo peor.
• Una tendencia a seguir a la gente y evitar el comportamiento independiente.
• Interpretación del mundo como hostil y abrumador.

Por otra parte hay quienes tienen:
– Siempre quieren ser el centro de atención para sentirse importantes.
– Actitud defensiva en el comportamiento y las conversaciones.
– Sensibilidad extrema a las opiniones de los demás.
– Uso de la ira como defensa para no ser herido.
– Una idea de otra gente como competidores a aventajar, y no como amigos de los cuales disfrutar.
– Actitud resentida.
– Un sentido de masculinidad o feminidad que sólo se experimenta a través de las conquistas sexuales.
– Un esfuerzo por llegar a ser algo o alguien en vez de relajarse y disfrutar de la quien es.
– Un hábito de repetir mentalmente una y otra vez conversaciones o situaciones pasadas, preguntándose lo que quería decir la otra persona.
– Una manera de ver a los demás crítica y condenatoriamente.
– Conducta perfeccionista con respecto a los detalles.
– Un traspaso de la responsabilidad de ciertas situaciones a los demás o a Dios.

Si la imagen que tengo de mí mismo no es la que me agrada, entonces mi autoestima será baja. La buena nueva se encuentra en el hecho de que puedo, en el momento que así lo decida, cambiar la imagen que tengo de mí por la imagen que deseo de mí mismo, una imagen tal y como yo quiero ser.

UNA PERSONA CON UNA AUTOESTIMA ÓPTIMA TIENE LAS SIGUIENTES CUALIDADES:

Las personas que tienen una sana autoestima ven al mundo como un desafío al que hay que enfrentarse, una oportunidad para ejercitar la fortaleza personal y la confianza en Jesucristo.
• Posee una visión de si mismo y de sus capacidades realista y positiva.
• No necesita de la aprobación de los demás, no se cree ni mejor ni peor que nadie.
• Muestra sus sentimientos y emociones con libertad.
• Afronta los nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo responsabilidades.
• Se comunica con facilidad y le satisfacen las relaciones sociales, valora la amistad y tiene iniciativa para dirigirse a la gente, la entiende y la acepta tal como son.
• Sabe aceptar las frustraciones, aprende de los fracasos, es creativo e innovador, le gusta desarrollar los proyectos y persevera en sus metas.
Para intentar aumentar nuestra autoestima debemos ante todo empezar por ser nuestros mejores amigos, saber que no hay nada ni nadie en este mundo más importante que nosotros mismos. Por eso hemos de aceptarnos tal y como somos, pensando no existe nadie mejor ni peor, aunque todos seamos diferentes.

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA MEJORAR NUESTRA AUTOESTIMA:
– El hecho de querernos más y mejor está en nuestras manos, no en las de los demás. Todo reside en la cabeza y nosotros somos quienes debemos intentar cambiar nuestro autoconcepto.
– Acéptate tal y como eres, en tus cualidades y defectos. Todos tenemos defectos, nadie es perfecto ni pretende serlo.
– Concéntrese en la gracia, el amor y la aceptación de Dios, y no en las críticas de otras personas.
– Cuando otros lo critiquen, escuche atentamente. Examine si le están proporcionando una información útil o si hablan movidos por sus propios temores y necesidades. Actúe en consecuencia.
– Asóciese con amigos que sean positivos, y que disfruten la vida.
– Aprenda a reír; busque el lado humorístico de la vida y experiméntelo.
– Préstate más atención, dedícate tiempo a hacer aquello que te haga feliz y te satisfaga. Prémiate por tus logros, aunque estos sean pequeños o poco importantes, así te sentirás mejor.
– No temas a las responsabilidades o a tomar decisiones, si algo sale mal aprende de tus errores y ten coraje para volver a intentarlo
– Cuando se sienta deprimido, tenga en cuenta que la depresión suele estar cargada de sentimientos de tristeza y enfado. Averigüe por qué está triste o enfadado para poder remediarlo.
– Si ha cometido un error, admítalo y confiéselo a Dios, su Padre Celestial, y trate de enmendarlo. Si otra persona ha resultado perjudicada, pídale perdón. Reflexione sobre lo que ha aprendido y olvide el incidente.
– Cuando se de cuenta de que su comportamiento no es razonable. Haga un paseo, cambie de ambiente. Intente solucionar lo que le pasa y trate luego de empezar de nuevo.
– Cuando crea que está siendo demasiado exigente consigo mismo, procure descubrir los motivos que le inducen a ello. ¿Intenta satisfacer sus propias necesidades o simplemente adecuarse a las expectativas de los demás?
– Cuando tenga miedo y no dependa de usted cambiar la situación, Cuéntele a Dios lo que le está sucediendo, lo que está sintiendo, a través de la oración
– Si se siente vacío y experimenta tristeza, añoranza o soledad, procure llenar ese vacío con buenos sentimientos: recuerde todo lo positivo que ha hecho, el amor que de tantas formas le han demostrado otras personas. Lea la Biblia, allí descubrirá las innumerables promesas de Dios que muestran su amor.
– Cuando tenga que hacer algo que le cueste, sea amable y comprensivo consigo mismo. Si realmente debe hacerlo, hágalo; luego recompense su esfuerzo de una forma especial y sencilla.
– Cuando esté avergonzado, admítalo. Sentir vergüenza es humano; no tiene por qué ocultarlo.
– Si el éxito ajeno provoca en usted una actitud silenciosa, incómoda o crítica, examine lo que se oculta tras esa reacción. El éxito de los demás no lo rebajan en absoluto. Su vida no necesita competir con los demás. No se compare con otros. Usted es único; y a Dios le gusta su unicidad. Tenga usted la misma actitud hacia sí mismo.
– Si sus sueños se quiebran, recoja los fragmentos y guárdelos. Entre los sueños rotos suelen encontrarse astillas de esperanza.
– No se ponga etiquetas negativas como «soy torpe». Uno tiende a convertirse en lo que dice,
– Compórtese confiadamente, pero no con agresividad.
– Sea positivo. La Biblia aconseja: «Piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene fama. Piensen en todo lo que es bueno y merece alabanza». Pruebe cuánto puede aguantar sin decir algo negativo acerca de otra persona o situación.
No es fácil cambiar nuestra autoestima, si lo fuera seguramente nadie sufriría por tenerla demasiado baja, ni existirían personas tímidas o dependientes, pero hemos de creer que tampoco hay nada imposible si nos ponemos en las manos de Dios y ponemos realmente empeño en conseguirlo. Las personas tenemos suficientes capacidades como para cambiar y aprender a lo largo de nuestra vida.

CONCLUSION: ¿QUIÉN SE AUTOESTIMA?

Como hemos visto autoestima es lo que yo soy, lo que siento y pienso de mí. La manera de verme, de quererme, de expresarme, de relacionarme con el mundo. Autoestima es valorarme y valorar, reconocer que merezco ser tomado en cuenta.

Quien se quiere, se respeta, se valora y se siente importante por lo que es, se autoestima. Quien se autoestima asume los riesgos de la vida, se enfrenta a las dificultades con entereza y aprende de ellas, sabiendo que es capaz de valerse por sí mismo, y de salir fortalecido de esos encuentros.

Se autoestima el que se comunica, expresando lo que quiere, sin dejarse manipular por la posibilidad del rechazo ajeno. El que escucha al otro, maneja diferencias, las propias y las que ve afuera, en un mundo complejo y aprende a relacionarse con los demas sin eliminar al otro, sin descalificarlo.
Hay personas que creen firmemente en su capacidad para ser felices en la vida; y también existen, por desgracia, las que se han formado un auto concepto negativo, de manera que están convencidas de su incapacidad para triunfar, para aprender o progresar.

Es necesario revisar el concepto que cada uno tiene de sí mismo. A veces pensamos que «así somos» y que ello es invariable. Lo dramático de esta situación es que la percepción del auto concepto fija la conducta acorde con las características de éste; y a su vez estas conductas lo reafirman. Si el concepto que uno tiene de si mismo es negativo, las conductas también lo serán, y esto creará un circulo vicioso de destrucción personal. Gracias a Dios, cada uno de nosotros puede cambiar, puede reconstruir su imagen, y así emprender el camino del desarrollo personal.

Para valorarnos adecuadamente necesitamos reconocer a Dios como tal. Sólo así podremos entender el valor que en realidad tenemos. Muchas veces nos creemos más importantes que Dios, pensando que somos dueños de nuestra vida, cuando en realidad lo es el Padre Celestial. Las consecuencias de tal actitud perjudican nuestra capacidad de valorarnos y valorar a los demás adecuadamente.

Dios envío a su hijo Jesucristo para mostrarnos lo mucho que nos ama. Cristo murió y resucitó para brindarnos perdón y paz, y esto hizo palpable la magnitud del amor de Dios. Y tamaño amor, manifestado en Jesucristo, restaura nuestra identidad y nos permite comprender el valor que tenemos.

El amor de Dios hace posible que podamos aceptarnos, querernos y vivir en paz con nosotros mismos, y con nuestros semejantes.