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DESGARRA TU CORAZÓN:

 Y en más de una ocasión yo he sentido lo mismo: una necesidad imperiosa de desgarrar mi ropa en clara demostración de dolor. En estos días, mientras oraba y buscaba de Dios una palabra de edificación para predicar en una Iglesia Pentecostal hermana, el Espíritu Santo me mostró su inmensa capacidad de amar y lo importante del arrepentimiento para acceder a la gracia de Dios, sin la cual nadie puede vivir como Dios manda.
En esa situación de oración e intimidad con Él, llegué a este versículo que tocó profundamente mi ser:
Joel 2:13 (RVA) Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos.»
Volved a Jehová, vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia, y desiste del castigo.
{Lit., del mal}
El término desgarrar se puede definir como «dividir con violencia», hacer pedacitos algo.
El término corazón se puede definir como «hombre interior, la parte más íntima de la mente».
Cuando el Señor me daba esta lección, sentí que Su corazón se parte de dolor viéndonos a nosotros desgarrando nuestras vestiduras (entiéndase como un acto de arrepentimiento sólo externo) y no despedazando nuestro corazón ante Él por nuestros pecados y faltas. Es como si nos hubiésemos acostumbrado a pedir perdón a Dios sabiendo que Él es bueno, misericordioso y muchas veces aceptamos con mucha más facilidad lo que dice la segunda parte del versículo que estudiamos. Sin dudas nos es más fácil aceptar que nuestro Dios es clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia y desiste del castigo que sin dudas mereceríamos. Esto hermano de mi corazón, se llama: GRACIA.
Pero aquí mismo es donde está la dificultad. Para alcanzar la GRACIA de Dios debemos hacer lo que nos manda en la primer parte del versículo: DESGARRAR NUESTRO CORAZÓN y no nuestros vestidos.
¿Eres conciente de que Dios mismo te está diciendo que dejes de caer en el error cotidiano de pecar, arrepentirte, recibir la gracia y volver a caer en el mismo pecado y volver a arrepentirte y así es como has caído en un «círculo vicioso» del que te es necesario salir cuanto antes?
Hermano/a amado de mi corazón, si acaso has pasado por esta prueba, tal como yo lo hice, teniendo que arrepentirme de todo aquello que el Señor me mostraba que había dentro mío y que no había puesto Él; seguramente sabrás que NO SE PUEDE SER LIBRE DE UN PECADO REINCIDENTE SIN LA GRACIA MARAVILLOSA DE DIOS OPERANDO EN LO ÍNTIMO DE TU SER. Y aquí está la clave para saber si tu arrepentimiento es de tal magnitud que se te ha DESGARRADO TU CORAZÓN ante Dios: que recibirás una nueva fuerza poderosa de parte de Dios que te permitirá hacer frente a la tentación, resistir al diablo hasta que por fin, cansado de no lograr que caigas en pecado, sencillamente se aleje de ti. ¿Recuerdas que Dios así lo manda?
Santiago 4:7 (RVA) Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros.

Mi hermano, la clave está en el sometimiento a la perfecta voluntad de Dios. Y aquí es donde debo preguntarte:
1. ¿Estás permitiéndole al Espíritu Santo llevarte al arrepentimiento que salvará tu vida?
2. ¿No estará tu orgullo interponiéndose entre nuestro Padre que te ama y tu vida que necesita de Dios?
3. ¿Acaso una herida del pasado aún no cierra y todavía no has perdonado para recibir el perdón de Dios?
4. ¿Tal vez tu congregación te ha disciplinado injustamente y se ha instalado en tu corazón una raíz de amargura que tarde o temprano arruinará tu vida espiritual? ¿Recuerdas lo que le pasó a José con la esposa de Potifar? Esto bien puede servirte de ejemplo de fe y actitud cristiana. No lo olvides.

En definitiva, lo que Dios está buscando es que te arrepientas de todo aquello que tu mismo pones como barreras entre Él y tu corazón, haciendo IMPOSIBLE que te alcance con Sus bendiciones. Por favor, sincérate contigo mismo, no seas hipócrita delante del Señor. ¿Acaso estás leyendo esto frente a una multitud de personas? Claro que no. Este mensaje lo manda Dios directo a tu corazón. Allí, en lo más íntimo de tu mente, allí donde guardas «bajo llave» tus pensamientos más íntimos, que no te animas a compartirlos con nadie (ni siquiera con el Señor) porque te avergüenzan y entristecen, allí es justamente donde Dios está poniendo Su mano de amor y consuelo. Nuestro Buen Padre Celestial está en este mismo momento cuidando de tu vida y si acaso sientes una profunda tristeza que acaba de invadirte, permíteme exclamar a viva voz «GLORIA A DIOS «, pues es el Espíritu Santo de Dios que te está guiando al arrepentimiento que Dios espera de ti HOY MISMO.

Si has aceptado a Jesús como tu Señor, tienes acceso a la Eternidad junto a Dios, pero… ¿quisieras llegar allí, ante Él, ante Su Santa Presencia lleno/a de pensamientos y emociones totalmente ajenas al amor de Dios? Por supuesto que no. Nadie quiere hacerse presente «aquel día» de ningún otro modo que no sea «en santidad». Por lo tanto, no cierres ni endurezcas ahora tu corazón. ¿Acaso crees que esta oportunidad es pura casualidad? ¿Puedes pensar que justamente Dios me mande escribirte sobre el arrepentimiento y que tu lo recibas «sólo por casualidad»? Claro que no. El Padre me manda escribirte y el Espíritu Santo me está confirmando que en este mismo momento de la lectura de este mensaje estará tocando las fibras más íntimas de tu ser, recorriéndote por completo y haciéndote sentir una pesada carga de tristeza por tus actos, tus dichos y hasta por tus pensamientos ajenos a Su perfecta voluntad.

Pero no creas que Dios dejará esto aquí. No. Nuestro Padre jamás da una Palabra y nos deja sin respuesta sino todo lo contrario. Hoy, sí… HOY MÁS QUE NUNCA, pues el tiempo del fin está cerca, nuestro Papá te llama al arrepentimiento y permite que te sientas así como te sientes con esta finalidad: Escúchalo a Él mismo decírtelo:
2Corintios 7:10 (RVA) Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte.
11 Pues he aquí, el mismo hecho de que hayáis sido entristecidos según Dios, ¡cuánta diligencia ha producido en vosotros! ¡Qué disculpas, qué indignación, qué temor, qué ansiedad, qué celo y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.

Hermano amado de Dios, quisiera escribirte tantas cosas más, pero debo aprender a respetar tus tiempos. Te dejo en compañía de Quien jamás se verá (como yo) apremiado por el tiempo que es siempre escaso. El Espíritu Santo que me ha dado promesa de continuar en ti la obra que Dios le ha encomendado, será Fiel en llegar hasta su total terminación en tu vida. Serás lo que Dios dispuso que fueses aún antes de que el mundo fuese, en aquel mismo maravilloso momento en que te concibió en la intimidad de Su corazón, para que vivas este tiempo de tu vida aquí en la tierra, pero lleno de la esperanza de la Vida que vendrá.