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AL JUDIO COMO AL GENTIL

Como es natural, Israel ocupa siempre el centro del escenario en el Antiguo Testamento y todo gira alrededor de esta nación. Dios ha dejado constancia de la historia del mundo en tanto y cuando está relacionada con Israel, la nación que ha salido de los lomos de Abraham, de Isaac y de Jacob. Incluso en la lectura de los Evangelios del Nuevo Testamento, Israel sigue siendo el punto sobre el que se concentra la atención. Jesús insistió en el hecho de que «la salvación procede de los judíos. Corrigió a su pueblo cuando malentendieron este principio, envío a sus doce discípulos y les dijo: «no vayáis por los caminos de los gentiles….pero id mas bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Incluso en las epístolas del Nuevo Testamento, principalmente dirigidas a la iglesia, el su gran obra maestra, es decir la epístola a los Romanos, el apóstol Pablo, dedica tres capítulos a Israel. En el 9 destaca el modo cómo Dios los ha tratado en el pasado, en el 10 expone la situación actual de Israel, que vive entre las naciones del mundo en incredulidad y en el 11 anuncia claramente por adelantado el tiempo en que Dios habrá de restaurar a Israel de nuevo, para que ocupe la preeminencia entre las naciones del mundo. Dios aun les tiene reservado un gran futuro a los israelíes.

Encuentro sumamente extraño que muchos comentadores del libro de Apocalipsis y otros pasajes de las Escrituras hagan prácticamente caso omiso del extraordinario futuro que Dios ha anunciado para su antiguo pueblo. Aunque Dios ha salvado a estos comentaristas por pura gracia, ellos siguen negándose a creer que él va a mostrar la misma gracia para con Israel, pero Dios declara con absoluta claridad que esa es su intención. Cómo lo hará es algo que se nos dice en el capítulo 7 de Apocalipsis, que es lo que vamos a estudiar hoy.

El próximo acontecimiento profético que experimentará el mundo será el rapto de la iglesia, la marcha de los santos vivos y muertos, todas las personas nacidas de nuevo, para estar con el Señor. Esto lo describe con todo detalle el apóstol Pablo en I Tesalonicenses 4. Es un acontecimiento asombroso en el que Dios se lleva de repente de la tierra a un gran ejército de personas. ¡Podemos imaginarnos el efecto que causará eso en los que se queden! Así es como empezarán esos «últimos días que durante tantos siglos se han venido anunciando. Después de todo, Dios inicia un programa de juicios en el cual Israel ocupa un lugar central.

Durante nuestro estudio de la semana pasada, de Apocalipsis 6, todos estabamos pegados a nuestros asientos viendo cómo se desenrollaba el pergamino entre las manos del «Cordero que fue inmolado. Vimos cabalgar a los cuatro terribles jinetes por toda la tierra, dejando tras de sí una huella devastadora y terrible. A continuación contemplamos la espantosa matanza de miles de mártires, que perdieron sus vidas en un gran baño de sangre durante este espantoso tiempo de juicio que habrá de manifestarse. Finalmente, leemos la descripción del gran cataclismo que se producirá en la naturaleza en los últimos días, cuando cada montaña y roca se conmoverán y temblarán y las gentes de la tierra clamarán diciendo: «caed sobre nosotros y escondednos del rostro del que está sentado sobre el trono y de la ira del Cordero.

Para muchas personas que lean esto, les dará la impresión de ser un anuncio de ruina y penumbra, pero debemos recordar que a través de toda la Biblia es el programa anunciado por Dios acerca de los últimos tiempos, que nos llevará más allá de los tiempos de tinieblas y desesperación a una gran paz, a la victoria y la bendición para la tierra. Los cristianos no son pesimistas, sino optimistas, a pesar de lo cual tienen que reconocer la realidad del tiempo de juicio que ha de llegar.

Hemos visto ya abrirse seis de los siete sellos, pero antes de abrir el séptimo Dios declara, por así decirlo, un descanso y estamos listos para dicho descanso después de los juicios del capítulo 6, ¿no es cierto? porque resulta muy duro oír hablar de esas terribles escenas, pero en un precioso interludio en el capítulo 7, que viene a ser una especie de visión retrospectiva, Dios nos muestra otra cosa que sucederá durante este período de tiempo. En algunas ocasiones vemos en las películas como se presenta una narración retrospectiva, que nos lleva a la niñez del personaje principal y nos muestra un acontecimiento que tiene gran importancia para la historia de la película. Esa es la clase de cosa con la que nos encontramos en el capítulo 7, que nos lleva al principio de los juicios de este último período de siete años de duración, a fin de que podamos ver otro aspecto de Dios obrando durante este tiempo. Lo que contemplaremos será una selección de un grupo de judíos especiales a los que llamaré «los Comandos de Cristo para que lleven a cabo una misión extraordinaria en aquellos días.

Comienza en los versículos del 1 al 3, en los que Juan nos dice:

«Después de esto, vi a cuatro ángeles que estaban de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra, y que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Y vi que otro ángel, subiendo del oriente, tenía el sello del Dios vivo. Y llamó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes les fue dado hacer daño a la tierra y al mar diciendo: ¡No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con un sello la frente de los siervos de nuestro Dios!,

Se nos dice en el primer capítulo de Apocalipsis que mucho de lo que acontecerá se nos dará a conocer por medio de símbolos. El libro es una mezcla inusitada de cosas y acontecimientos literales y simbólicos. Hay ciertos símbolos aquí, en el capítulo con el que empieza. Por ejemplo, los «cuatro rincones de la tierra representan los cuatro puntos cardinales. Los escépticos se burlan de la frase «los cuatro rincones y dicen que los cristianos primitivos creían que la tierra era cuadrada y que tenía literalmente cuatro esquinas. Pero hoy en día hay personas que usan con frecuencia la frase «los cuatro rincones de la tierra como una forma de expresión que indica las regiones distantes, pero en este caso significa los cuatro puntos cardinales, es decir, norte, sur, este y oeste.

Aquí nos encontramos con cuatro ángeles que están reteniendo algo que está a punto de suceder en toda la tierra. ¿Qué es lo que están reteniendo exactamente? Se les dice que retengan a los cuatro vientos que están a punto de soplar sobre el mundo entero. Los vientos son un símbolo del poder devastador y destructor. Las imágenes de la televisión, sobre el poder terrible y devastador tras el Huracán Hugo, que sopló por todos los estados del sur en la Costa Este de los Estados Unidos recientemente, no dejan duda alguna de lo apropiado que es usar el viento como símbolo del juicio. Nos encontramos con el mismo poder destructivo en uno de esos derviches que giran, llamados tornados. Aquí tenemos, pues, una imagen del terrible juicio que está a punto de hacer sentir sus efectos sobre el mundo, como un poder o una fuerza devastadora que no tardará en desencadenarse.

También se usan aquí como símbolos a la tierra, el mar y los árboles. La tierra se usa con frecuencia como símbolo de Israel en todo el Antiguo Testamento. Israel está considerada como una nación con estabilidad porque tiene a Dios como su cabeza. Tenía una estructura, un orden y una fundación, por lo que se la describe como la «tierra. Pero el mar se usa en muchos lugares de las Escrituras para describir a las naciones gentiles (o naciones paganas en general), que no tenían estabilidad interna debido a que no reconocían la autoridad de Dios, sino que adoraban a los ídolos y tenían conceptos paganos, que hacían que fuesen inestables e inciertas en su dirección de los asuntos humanos. A las personas se las describe en diversos lugares de las Escrituras como «árboles. El primer salmo, dice hablando acerca de los justos «será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y cuya hoja no cae. Los árboles son símbolos de hombres y mujeres influyentes, que ejercen autoridad, que se destacan de entre la multitud como lo hacen los árboles de gran tamaño en el bosque.

Se puede reconocer a estos cuatro ángeles como cuatro de los siete ángeles que tocarán las trompetas en los próximos capítulos. Si comparamos detenidamente lo que sucede bajo los juicios de los siete ángeles, veremos que los cuatro primeros afectan a la tierra, al mar y a los árboles. Al llegar a este punto, se les dice que retengan lo que va a suceder hasta que un grupo muy importante de personas sean selladas por Dios.

El gran ángel que les sella se relaciona aquí con la salida del sol. Esa es una alusión a la profecía de Malaquías, el último libro del Antiguo Testamento. El profeta anuncia que «nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá sanidad. Esa es la descripción poética de la venida de Cristo en gran gloria y poder. De modo que es en relación con la venida de este grupo especial, que son sellados con el sello que declara que son propiedad de Dios.

No tenemos necesidad de adivinar en qué consiste el sello de Dios, porque también los creyentes de nuestros días han sido sellados por Dios. Pablo nos dice en su epístola a los Efesios: «Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, en quien fuisteis sellados para el día de la redención. La presencia del Espíritu de Dios en la vida de cada cristiano en particular es la marca inconfundible de que somos propiedad de Dios. Pablo afirma en su capítulo 8 de Romanos «El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Por lo tanto, el Espíritu Santo mismo es el sello de Dios.

Esto indica que este grupo, que ha de ser sellado, son personas que han sido llenas del Espíritu Santo. El sello es puesto en sus frentes, lo cual indica que están gobernadas por «la mente de Cristo. En 2º de Filipenses, el apóstol Pablo escribe: «Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús. Lo describe como la mente de aquel que, aunque posee la gloria inherente y la dignidad, está dispuesto a dejarlas de lado para convertirse en siervo y esa es la mente de Cristo. Fijémonos en que a estas personas se las llama concretamente «los siervos de Dios. Son personas que sirven con esa misma maravillosa disposición a renunciar a sí mismas por amor y para beneficios de los demás.

Se nos dice exactamente quienes son entre los versículos 4 a 8:

«Oí el número de los sellados: 144.000 sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. Sellados:

de la tribu de Judá 12.000

de la tribu de Rubén 12.000

de la tribu de Gad 12.000

de la tribu de Aser 12.000

de la tribu de Neftalí 12.000

de la tribu de Manasés 12.000

de la tribu de Simeón 12.000

de la tribu de Leví 12.000

de la tribu de Isacar 12.000

de la tribu de Zabulón 12.000

de la tribu de José 12.000

de la tribu de Benjamin 12.000

He leído a propósito los nombres de cada una de las tribus porque quiero enfatizar lo que enfatiza el texto: ¡que en quien se está pensando es en Israel! Hace poco escuché a un comentador referirse al Apocalipsis, enseñando en la radio aquí en la «Bay area (la región de la Bahía), que se esforzaba de manera diligente para demostrar que estas personas eran la iglesia, pero cuando Dios dice Israel quiere decir Israel y no quiere decir la iglesia y está hablando acerca de los judíos. ¡Los maestros que tuercen las Escrituras, como lo hizo este hombre, pueden convencer a otros de que el negro es en realidad blanco, de que el azúcar es salado y de que Adolf Hitler fue uno de los mayores santos de todos los tiempos! Son demasiados los que tuercen de este modo lo que dicen las Escrituras, pero si nos mantenemos dentro de la sencillez misma de las Escrituras, está todo claro.

Estos son, pues, los conocidos 144.000 judíos de los últimos tiempos. En sus primeros tiempos ese grupo conocido como Los Testigos de Jehová afirmaron ser ellos este grupo selecto, apropiándose indebidamente de este pasaje de las Escrituras, aunque no son judíos ni lo han sido nunca. Sin embargo, se encontraron con dificultades tan pronto como el grupo fue superior a los 144.000. No sabían qué hacer con el sobrante, de modo que comenzaron otro grupo de 144.000. Empezaron a enseñar que había una banda terrenal de 144.000 y otra celestial de otros 144.000 y si creemos en sus doctrinas de las primeras décadas de este siglo podríamos pertenecer a esa banda celestial. Pero una vez mas se tropezaron con problemas porque en la actualidad su número es superior a los 288.000, por lo que han tenido que inventar otra tercera banda llamada «la banda de los siervos. Si usted se une hoy a los Testigos de Jehová tendrá que hacerlo al nivel de siervo. Ese no es más que un ejemplo de las mil y una manera que tiene la gente de retorcer las Escrituras y hacer que encajen en un programa de su propia creación, pero Dios reconoce con facilidad a esta clase de personas.

Puede que se haya dado usted cuenta de que aquí no se mencionan a las tribus de Efraín y de Dan. Aunque no se nombra a Efraín, su hermano tribal Manasés está incluido. Efraín y Manasés eran los dos hijos de José, los dos hijos después del hijo mas pequeño de Jacob. Debido al papel que representa José en la historia de Israel, y su conservación de la nación en Egipto durante los días del hambre, sus dos hijos fueron adoptados por Jacob para serles dada herencia, como al resto de los hermanos de José, con lo cual hay trece tribus en Israel. Cuando vinieron con el fin de dividir la tierra, Leví quedó excluido por haber sido llamado a formar parte de la tribu de los sacerdotes y de hecho Efraín aparece aquí bajo el nombre de «José, de manera que Manasés y José son realmente Manasés y Efraín.

¿Pero qué sucede con Dan? La tribu de Dan no está incluida aquí y me da la impresión de que es debido a que introdujeron la apostasía en Israel. Los capítulos finales de Jueces nos ofrecen un relato de la manera tan sórdida como la tribu de Dan llevó a Israel a cometer una terrible apostasía, que incluía la homosexualidad y la adoración de los ídolos en sus formas más groseras. Esto estaba en línea con la predicción de Jacob con respecto a Dan. En el capítulo 49 de Génesis Jacob predice el futuro de sus doce hijos y dice: «Dan será como serpiente junto al camino, como víbora junto al sendero, que muerde los cascos del caballo de modo que su jinete caiga hacia atrás. Esta es una imagen poética de la traición de Dan al introducir la apostasía. Sin embargo, en el milenio Ezequiel nos dice que Dan tendrá una porción en la distribución de la tierra en aquel día.

En el capítulo 24 de Mateo hay una afirmación que hizo Jesús, que se refiere a estos 144.000 judíos y que, en mi opinión, es normalmente mal interpretada y mal aplicada. Al ir desvelando los sucesos del futuro, Jesús había dicho: «Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las razas y luego vendrá el fin. El evangelio es el mismo en todas las épocas. Es la historia de Dios que envía al Salvador a morir por los pecados de los hombres. Tanto si se cuenta mediante el uso de símbolos, como pueda ser el sacrificio de los animales, o por el ritual del tabernáculo, o si es un anuncio histórico del Señor mismo y de los discípulos en los primeros tiempos de la iglesia, el evangelio es siempre el mismo. Es la muerte de un Salvador a favor de los pecadores. Esas son las buenas nuevas y no hay otra.

Pero cuando se añade la frase «del reino entonces es una referencia a ese evangelio aplicado de una manera concreta. Juan el Bautista y Jesús predicaron «el evangelio de reino a Israel. Anunciaron que el reino mesiánico, que durante tanto tiempo había sido anunciado por los profetas, estaba cercano porque el Rey estaba entre ellos. Jesús anunció que era el Rey, no el rey que esperaban los judíos, es decir, no un conquistador que habría de librarles de los romanos, sino que su reino estaría relacionado con el pecado y el terrible mal que hay en el hombre y debe de comenzar con esa nota. Pero era, sin duda alguna, el Rey que tantísimo tiempo llevaban esperando y *****plió deliberadamente la profecía de Zacarías: «He aquí, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borriquillo, hijo de asna. Eso se *****plió en el día que hemos llamado «la entrada triunfal, cuando Jesús montó sobre un borriquillo descendiendo por el Monte de los Olivos y fue recibido por las gentes como el Rey de los Judíos que les había sido prometido.

Este grupo de los 144.000 hombres selectos de Israel, *****plirán la palabra de Jesús según la cual el «evangelio del reino será predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones y luego los juicios finales de Dios se manifestarán. Este grupo proclama el evangelio durante un período de siete años que llamamos «los últimos días de esta era. Es una banda de judíos llenos del Espíritu, convertidos después de que la iglesia haya sido transportada a los cielos, fuera de este mundo. Como si fuesen 144.000 apóstoles Pablo, predicarán el evangelio por la tierra durante los juicios de los últimos tiempos.

Hay un pasaje de lo más extraordinario en el capítulo 10 de Mateo que confirma este concepto. Describe al Señor enviando a sus discípulos a predicar el evangelio a Israel en los días de su carne.

Estos doce a los que envió Jesús con las siguientes instrucciones: «No vayáis por los caminos de los gentiles, ni entréis en las ciudades de los samaritanos. Pero id, mas bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y cuando vayáis, predicad diciendo: El reino de los cielos se ha acercado., Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. De gracia habéis recibido, dad de gracia.

A continuación Jesús da más instrucciones sobre el ministerio de los doce y les advierte que no serán bienvenidos en todas partes, pero cuando llegamos al versículo 21 aparentemente salta por encima de los siglos hasta los últimos días, en los que el evangelio será predicado de nuevo a Israel:

«El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque de cierto os digo que de ningún modo acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.

No ha quedado constancia de que Jesús fuese a los doce cuando les envió a realizar su ministerio en Israel, sino que fueron mas bien ellos los que regresaron junto a él y le informaron lo que habían estado haciendo. Nuestro Señor parece saltar por encima de toda la época presente al día en el que un grupo de judíos (no doce, sino doce al cuadrado, por el cuadrado de diez, es decir, 144.000) serán enviados por todo el mundo y les dice: «de ningún modo acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre. Parece ser claramente su predicción de este ministerio de los 144.000, con los que nos volveremos a encontrar en el capítulo 14 de Apocalipsis, llevando a cabo su ministerio bajo la dirección del Cordero mismo, pero en la tierra y comenzando por Israel. ¿Cuál será el resultado de su predicación? La respuesta la hallamos en Apocalipsis 7:9-14.

«Después de esto miré, y he aquí una gran multitud de todas las naciones y razas y pueblos y lenguas, y nadie podía contar su número. Están de pie delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y llevando palmas en sus manos. Aclaman a gran voz diciendo: ¡La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero. Todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios diciendo: ¡Amen!, La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos, ¡amen!, Uno de los ancianos me preguntó diciendo: –Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Y yo le dije: –Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: –Estos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestidos y los han emblanquecidos en la sangre del Cordero.

Debido a que Juan se encuentra en el cielo, contempla estas cosas desde el punto de vista eterno y, como hemos visto antes, no hay secuencia o limitaciones en el tiempo, no existe ni el pasado ni el futuro en el cielo. Desde nuestro punto de vista del tiempo, Juan ve las cosas que están sucediendo al final de la semana de los siete años. Puede ver hacia adelante, por así decirlo, al fin de los siete años y ve a esta gran multitud que han salido de la gran tribulación, que han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero, y llevan palmas en sus manos.

¿Cuándo fue la última vez con que nos encontramos con una multitud que llevaba palmas en sus manos y que daban la bienvenida a Jesús como Rey? Fue, como es natural, cuando cabalgó colina abajo en dirección a Jerusalén. El profeta está estableciendo un vínculo con esto. Entonces, Israel tuvo la oportunidad de recibir a su Rey, pero los dirigentes de la nación le rechazaron. Pero en el acontecimiento relacionado con el fin de los tiempos, están dando la bienvenida y adorando a su Rey, aun con palmas en sus manos. De modo que esta gran multitud de judíos y de gentiles está especialmente relacionada con la restauración de Israel.

Todos estos son mártires, que han muerto por causa de Cristo durante la tribulación y que ahora aparecen ante el trono de Dios como vencedores sobre la muerte y el infierno y que se unen en la adoración de los ángeles que se encuentran alrededor del trono. ¿No es maravilloso pensar que en la hora más sombría de la tierra, aun por venir, se producirá la mayor cosecha que el mundo jamás ha visto? Millones de aquellos que no han oído nunca el evangelio hoy serán salvos. No creo que haya ninguna posibilidad que los que hoy escuchan y rechazan el evangelio serán parte de este número, sino que es la cosecha de aquellos que no lo habían escuchado nunca.

Durante estos terribles días de juicio, cuando las brujas de la guerra cabalgarán sobre sus escobas nucleares, cruzando los cielos oscurecidos de la última noche del mundo, miles que nunca han escuchado con anterioridad el anuncio del evangelio de la venida del reino de Dios, volverán a Cristo y les costará la vida. Al seguir con la lectura de Apocalipsis nos daremos cuenta de que los poderes anticristianos de ese día, poderoso y tiránico, matará a cualquiera que no lleve «la marca de la bestia. Estos creyentes tendrán que entregar sus vidas por causa de su testimonio para Dios y nos los volveremos a encontrar en el capítulo 20, donde se nos dice que «vi las almas de los degollados por causa del testimonio de Jesús…ellos volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años. Es la misma multitud que aquí. Juan les ve en el cielo en este punto, pero les es dado un ministerio espiritual en la tierra durante este reinado de Cristo de mil años.

Esto lo sugiere en la descripción final de su ministerio, comenzando con el versículo 15:

«Por esto están delante del trono de Dios y le rinden culto de día y de noche en su templo. El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. No tendrán más hambre, ni tendrán más sed, ni caerá sobre ellos el sol ni ningún otro calor; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Fijémonos en el trono y el templo. De hecho, en este pasaje hay dos tronos. Está el primer «trono de Dios, que es el trono del Padre, reinando sobre todo el universo, como hemos visto en todo este libro hasta el momento, pero la segunda mención del trono es: «el que está sentado en el trono y es una referencia al trono de Jesús en la tierra. Recordemos que en el capítulo 3:21, en la carta dirigida a la iglesia de Laodicea, Jesús dice: «Al que venza, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo también he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono. Este es «el trono de su padre David que se menciona en la anunciación a María, como nos lo cuenta » Lucas 1:32.

En mi opinión, el hecho de que se mencione un templo aquí es una referencia al templo milenial que aun ha de ser construido en Jerusalén; el que describe Ezequiel en los últimos capítulos de su gran profecía. Será el lugar al que acudirán a adorar las naciones en los días en los que Cristo reine sobre la tierra. Hay una preciosa descripción de ello en la profecía de Miqueas 4:1-6. En ella, el profeta describe el gobierno de Dios, con su central en Jerusalén, del cual fluirá la justicia por toda la tierra y a donde las naciones traerán su tributo. Los hombres, en aquel tiempo, convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en podaderas y ya no harán más la guerra y por fin habrá paz en toda la tierra.

Aquí se nos dice que «sirven al Señor de día y de noche. En el cielo no hay ni día ni noche, pero esta es claramente una escena terrenal. El que se sienta en el trono (el trono de David) extenderá su «tabernáculo (literalmente) sobre ellos y nunca más volverán a tener hambre ni sed, etc. etc. Es una maravillosa descripción de las bendiciones de ese día milenial y hay otros muchos pasajes de los profetas que lo describen.

Esta es la realidad del sueño de los profetas del pasado. Israel florecerá como la rosa y llenará la tierra de bendición. La nación será como una viña preciosa, que da fruto y cuyas ramas se extienden por la tierra para bendecir a las naciones, tal y como le fue prometido a Abraham «todas las naciones serán bendecidas por tu causa. Relacionados con ella estarán miles de gentiles que al igual que ellos, servirán al Señor de día y de noche en el templo, realizando su ministerio por toda la tierra. Puede usted leer acerca de ello en Isaías, en el capítulo 66, versículos 20 y 21.

Todos por igual, los judíos y los gentiles, se encuentran bajo el cuidado del Gran Pastor de las ovejas. Ahora los cristianos se sienten agradecidos por el cuidado que ha tenido el pastor Jesús de nosotros. Es el Gran Pastor de las ovejas, pero tiene más de un rebaño. En una ocasión le dijo a sus discípulos: «también tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor es lo que vemos aquí, que está trayendo a otro grupo, que ha sido salvado por su sangre «y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero, pero mediante un ministerio terrenal, a pesar de lo cual les lleva al reposo y a la bendición y cada lágrima será enjugada.

Hay un gran himno que cantamos con frecuencia: «Oh ven, ven Emmanuel que refleja la preocupación y el amor de la iglesia por sus hermanos, el pueblo de Israel. La palabra de Pablo acerca de la promesa a Israel aun está por *****plirse «toda Israel será salva, es decir, toda la generación que se encuentre en la tierra cuando vuelva Jesús será redimida. Zacarías nos ofrece una imagen gráfica de ello. La iglesia de hoy debería saber esta verdad y comprender el futuro que tiene Dios para su pueblo Israel. Deberíamos de cantar con frecuencia:

«Oh ven, Oh ven, Emmanuel

y libera a la cautiva Israel,

que sufre en solitario exilio aquí,

hasta que aparezca el Hijo de Dios.

¡Regocíjate, regocíjate! ¡Emmanuel vendrá a ti, Oh Israel!



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Nº de Catálogo 4199

Apocalipsis 7:1-17

Undécimo Mensaje

28 de Enero, 1990



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